Como anímico reflejo de los veinte,
la casa derrocha (día tras día)
alegre un canto
y resides como esposa y pernoctas como amante
y retumban amaneceres con los amados hijos.
La tarde se va celosa de la noche y sus latidos del ruido, las mariposas hasta que los detalles : aniversarios, anillos
se quedan en las calles polvoreados
de olvidos. No es cansancio, no es pereza
ni las diarias obligaciones la que corrompe en modelaciones los
matices de tu belleza.
No es cansancio, no es pereza
ni las diarias obligaciones la que corrompe en modelaciones los
matices de tu belleza.
No la entrega , que es dichosa, voluntaria, amorosa
ni tan siquiera la costumbre

Es la lumbre, la huella
y también la transparencia
de todo lo que se espera recibir
a cambio.
Que hay de los anhelos
que se gritan mudos
de las miradas que se asoman,
del frío y de las sombras, hasta de aquello
que nos trae la nostalgia.
Quien sabe de la lluvia, de la sed o del espacio,
que dibujan los candelarios
cuando la marea abruma.
Quien sabe de cansancios
de tristezas o de llantos
si pactas una sonrisa con el reflejo de la mesa
donde llegaste tarde
mientras los platos vacios esperan
del chorro que limpia los trastes.
No hablas del instante
en que tú vista alcanza la prisa
y abanica en la piel gastada
los clavos de viento.
Y te miras en silencio
en el recóndito espejo
y callas cuando su aliento
ya no besa tu espalda.
Recuerdas con celo y rabia
al mundo que te halagaba;
si aun no esta adornada
tu cabellera de plata,
en fugitiva vanidad
y oprimiendo las cienes,
te preguntas entonces ,
mujer ; que edad tienes...
2 comentarios:
Es triste, pero la realidad es que asi sucede,en ambas direcciones.
Sobre todo cuando la rutina mata al amor...
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