Tengo una amiga:
Verónica.
No es una amiga
cualquiera. Es más, no estoy segura si puedo llamarla así. ¿Cómo llamar a la
persona capaz de hacer que tu día malo, se convierta en bueno?
Está tan ocupada, que
no dispone de tiempo para contestar mis llamadas y me entero de sus proyectos
por las redes sociales. Pero despierto una mañana y al revisar el celular
encuentro en el primer mensaje una hermosa postal por mi cumpleaños, o el de los
niños. Tengo presente sus textos, para los días festivos, bendiciones y “feliz año nuevo”.
No puede ir de compras
conmigo, pero hay espacio en su agitada agenda para mis penas. ¿Cómo llamas a
la persona que siempre está, a pesar de su ausencia? No es familia, ni tan
siquiera un pariente. Es mi secreta confianza del presente. El verbo seguro, mi 911 en las
emergencias.
Que suerte haberla
conocido, cuando la vida contaba las veces que levantaba la frente!
Que suerte haber
dibujado expectativas y descubrir que la
acuarela de los sueños se desvanece!
Eso me hizo más fuerte.
Confié en mí. En mis
cualidades, en mi espíritu y como persona,
en lo capáz que me sentía para cambiar mi presente, en función de mí
futuro. No acertaba en la Mega, pero compraba los tickets con la convicción de que haría realidad
una certera idea: “la próxima vez le pego!”… y ¡nada! Sin embargo, en los días
que le siguieron, construí mi nueva casa. Diseñé los interiores, abrí mi propio
negocio y me compré carro nuevo. “Visualicé” lo que yo quería y como no me
saqué la anhelada lotería, tracé todo un plan de metas “reales” para lograr mis
propósitos.
En el trayecto, conocí
nuevas personas. Cambié de trabajo y mejoré mi salario. Llegaron muchas bendiciones
y experiencias que mantenían el equilibrio. Llevaba la rienda de mi vida. Me
consideraba una persona realizada en lo profesional, pero sentimentalmente la
soledad horadaba las paredes de mi casa. Entonces, “desdichadamente” tuve el accidente.
Varias operaciones,
perdí mi trabajo y necesité dos años de terapia para recuperar la movilidad de
mi brazo. ¡Qué dos años tan inolvidables! Período de dolores, frustraciones,
inquietudes y fuertes emociones. ¡Los
recuerdo con tanto cariño y nostalgia! Fue
el hecho trascendental que marcó mi vida para siempre. Y quizás “para siempre”
no sea el término adecuado, porque siento que tengo mucho camino por andar ; sólo
han transcurrido 11 años desde entonces!.
No sé qué pueda depararme
el destino en las próximas décadas. Pero a esta altura, nuestra pequeña en
marzo cumple siete añitos. Viví el romance más intenso que nunca imaginé! Mi
historia de amor continúa porque me casé con mi terapeuta, formé un hogar, fundé
una familia y como matrimonio, con la bendición de Dios lo estamos logrando.
Vine a este país con
metas. Algunas las he logrado, otras no.
Lo negativo se convierte en positivo cuando se aprende de errores y los
golpes te enseñan. Los reveses sirven de incentivos y aprendí que el “no tener
suerte” depende en gran medida de cómo relaciones.
“La suerte”, no
significa que todo tiene que estar bien. Las contradicciones te ayudan a salir
adelante. A desarrollar habilidades y
encontrar las soluciones que te permitan avanzar. No desesperes, porque a veces
es necesario caer, para reconocer la realidad que te rodea. Un individuo con
suerte, es aquel que “ve” su presente
y el futuro con optimismo. Aquel que tiene la FE, para esperar de la vida
siempre lo mejor. Para mí “la suerte”, es llenar los vacíos que te impiden ser
feliz.
¿Te consideras , un
individuo con Suerte?
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Edición Febrero 2015
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Houston
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LA NOTA
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