Comencé estudiando algo
que no me gustaba. Pero me gradué. Confié en que algún día mientras llegaba de
verdad “lo mío” , podía desempeñar lo
aprendido y ganar por lo que resultaba mi sustento en ese momento.
Continúe, hasta que la
puerta del dolor abrió la puerta de la esperanza y con ello la forma de cambiar
mi vida. Para mitigar lo que se sufre con la pérdida de un ser querido, ocupé
mi cerebro y centré mi atención en la carrera que matriculé para mantenerme activa
en las horas extras: Dramaturgia y Técnicas de guión para cine, radio y
televisión.
Este hecho, hizo que yo
confiara en mi futuro y en Dios. En lo que NO SABIA me tenía preparado y en lo
que seguro sería lo mejor para mí.
Así fue.
Encontré el verdadero
rumbo de mi vida cuando no lo esperaba y gracias a ello ahora estoy aquí frente
a mi computador escribiendo este artículo con cierta metáfora, desde lo más
profundo de mi corazón.
“Ay
amor que tanto duele”
Ay
amor que tanto duele,
en
las noches te sueño y
en
los días vida doy.
¡Ay
amor que tanto amo!
Hablas,
respiras, te palpo.
Me
abraza, le miro, siento
el
llanto…
¡Ay
amor que tanto extraño!
Escucho...
el
rugido del gigante
Arrullando
al dolor
de
un lado, mi sangre
del
otro lado, mi yo.
Ay
amor que tanto duele,
solo
un paso,
un
paso solo…
me
quedo…?
_Bye
amor.
Este poema tiene su
historia.
Viví en Cuba momentos
bien difíciles. Pero gracias a eso, no le tengo miedo a la vida. Pasé la
escuela de la supervivencia y aprendí las estrategias del mercado negro para
mantenerme y mantener a mi familia. Era la única opción en ese momento: sin
trabajo, sin casa, con un niño pequeño y
mis viejos padres viviendo de una mísera pensión.
Analizaba a diario las probabilidades
de encontrar o hacer algo que funcionara como el “ada-cadabra” en la mágica realidad de mis días. Los
cambios no estaban al doblar de la esquina.
Pasaron los años, hasta
que tomé la decisión de volver a estudiar (este fue el PUNTO DE GIRO que
visualicé) por otro lado, en lo que realmente estaba preparada (mis estudios de
Ingeniero) para el período especial que estábamos viniendo en el país (años
1990-99) no me servían de nada.
Cuando me gradué 4 años más tarde de guionista y escritora, conseguí
trabajo en la Televisión. Empezó a entrar dinero a mi bolsa e inicié un nuevo ciclo
que conllevó a otro estatus social. Prácticamente me iba muy bien en todos los
sentidos.
Pero desgraciadamente,
en mi país hay un tope. Puedo llenar cien cuartillas para explicar el sistema y
sus costumbres. En conclusión, tendrían que vivir allí para entenderlo. Basta
con decir que no importa el dinero que ganes si los precios están en las nubes.
Si te pagan en una moneda y te venden lo
básico para alimentarte y vivir, en dólares. Dinero que solo ven, los que
tienen familiares en el extranjero y reciben remesas periódicamente. Como deben
entender, ese no era nuestro caso.
Quiso la suerte que en
la etapa que mejor estaba económica-social y profesionalmente me llegara el “Sorteo” para viajar legalmente hacia los
EEUU (20 mil visas que otorgaron en los años 1995 y 1998 el gobierno americano a
cubanos que querían salir de la isla definitivamente). El proceso retroactivo
duró casi 10 años.
Fue el momento o el
espacio de tiempo único y preciso en que:
Tuve
que trepar en la roca y tomar la última piedra para decidir si romper el último
plato.
La ROCA: (Mi estatus económico
- social).
Estaba en la cima de
mis éxitos profesionales. No escaseaban los premios, no me faltaba el dinero ni
los reconocimientos sociales. Vivía una carrera ascendente, había logrado mi sueño.
EL PLATO: (El
conflicto, las contradicciones y sus posibilidades).
¿Cuánto podía durarme
todo eso? La realidad presente, que no incluye futuro. Tenía que decidir si
quedarme en mi roca y no ver llorar a mi madre por mi partida, o mirar positiva
y confiada hacia lo incógnito, la reserva y traspasar con valentía la puerta
que se abría después de siete años (me había echado en el sorteo en el año 1995).
LA PIEDRA: (La decisión
a tomar. La voluntad. La acción y sus consecuencias).
Romper definitivamente
con las ataduras. Sacrificar mi presente en función de mi futuro, el de mi hijo
y el de mi familia (a pesar de reconocer que iba a sembrar en tierras extrañas
y empezar a labrar de cero). Pero tenía un propósito: lograr un cambio que nos
beneficiara a todos aunque ese cambio implicara una segura consecuencia: desgarrarme
el corazón.
“ Escucho...
el
rugido del gigante
Arrullando
al dolor
de
un lado, mi sangre
del
otro lado, mi yo.
Ay
amor que tanto duele,
solo
un paso,
un
paso solo…
me
quedo…?
_Bye
amor. ”
Esta parte del poema refleja los últimos minutos con
ellos, antes de partir. Un instante más de duda. La despedida… “el
rugido del gigante”, se refiere al avión que me trajo hacia los EEUU.
Dolorosamente mis
paisanos saben lo que significa para las familias cubanas romper las cadenas y tener
a alguien “del otro lado”: nosotros nos responsabilizamos de los que se quedan.
Tratamos de hacer lo posible para que mitiguen el hambre. Para que no les falte
la canasta básica de productos de aseo
personal y asegurar sus alimentos. Que vistan y calcen normalmente. Ayudarlos a lograr pequeñas mejoras
en el hogar. Conseguir que vivan, como vive cualquier ser humano sin lujos, en
la clase social de un obrero, o un trabajador. Esa es nuestra meta a diario.
Actualmente viajo
GRACIAS A DIOS, todos los años a mi país.
A los dos años de mi
partida, el canal de Televisión para el que trabajaba cerró por falta de
recursos. Los trabajadores fueron reubicados temporalmente y el sector
artístico pasó a la etapa: “sálvense quien pueda”.
Mis padres se acostumbraron
ya, a tenerme tres meses al año. Mi
mayor satisfacción es que puedo con mi trabajo y el salario que gano en este
país, cubrir las necesidades básicas de los que están allá y hacer feliz, a un
par de viejos de 80 años cada vez que me ven llegar.
La vida define
situaciones que parecen extremas. Tomamos malas decisiones que nos llevan a
algo bueno y finalmente comprendemos que algunos deseos o sueños se cumplen dependiendo de la
voluntad y las acciones.
La balanza se inclina
hacia lo favorable, pero YO, TU, EL o ELLA (en singular y plural)
no importa la forma
verbal en la que conjuguemos, le damos mil vueltas al asunto, porque no vemos
más allá de lo que imaginamos y … no nos damos cuenta que somos en ese instante
un instrumento creativo, una unidad energética que se alimenta de lo que
estamos imaginando y eso es lo que realmente estamos atrayendo a nuestro
alrededor.
El problema está, en el
MIEDO.
Somos demasiados prácticos y nos olvidamos del INSTINTO.
Ese, que nos habla
constantemente y casi siempre lo mandamos a callar porque somos humanos y
cometemos errores. Sin embargo, hay que definir si somos de los que preferimos
seguir en el mismo barco a pesar de la marea ó TREPARNOS en la roca, TOMAR la piedra
y ROMPER el último plato.
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Marzo 2015
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