Capitulo 1: Los Ancestros
“ Tropezamos hoy, en el lobby del aeropuerto y me miraste con esos ojos tan
tuyos… !!! ”
_ ¿Eras tú
realmente? ¿ O solo fue una ilusión?
“… Dios sabe que hablo sin rencor y que a pesar de
mi pleno consentimiento, reconozco que
lo que pasó, era absolutamente necesario a los mandamientos de … mis antepasados?
_ ! Pero es imposible anular mis sentimientos! Y no
cuenta, la desesperación de saber que ya no estás junto a mí.
Debo confesarme a mi misma, aquí en la intimidad de
mi habitación, que contrario a lo que deba ser y rayando sobre lo absurdo…
_ Porque no está dentro de las posibilidades y
aunque le pertenezcas a otra… Conservo la dulce esperanza de que tal vez regreses y pueda disfrutar
nuevamente con tu presencia.
“…la intensidad con la que me miraron aquellos ojos
tan parecidos a los tuyos la llevo
clavada en mi mente y en mi corazón, con tal fuerza que me hiere…”
La
joven suspiró haciendo una breve pausa. Se deslizó en la suavidad de su colchón
buscando un mejor equilibrio entre las
manos y el teclado del computador colocado sobre el pijama que cubría sus bien
torneadas piernas. Parte del cabello cobrizo desparramado sobre los
almohadones, escapaban rebeldes hacia el rostro marcado por una tenue tristeza
que resaltaba la seriedad de su expresión. Los
hermosos ojos azules miraron vagamente hacia el techo
quedando fijos en un punto indeterminado y
pensó: «para obtener la paz que necesito, estoy consciente de
que debo imponer a mi espíritu perturbado mucha
voluntad»
Y sí. Definitivamente era un hecho: estaba
fervientemente anhelando un imposible
deseo.
_Después de lo acontecido Yasandra ¿se te hace lógico
lo que estas pidiendo?
Alcanzó a decirse en reproche, queriendo controlar
las emociones .Volteó la mirada hacia la pequeña pantalla de su Laptop.
_ No sé... me resulta una tortura pensar.
Susurró con lágrimas en los ojos. Sin embargo, con la intensión
de atrapar entre páginas los definidos
recuerdos, el cursor nuevamente comenzó a moverse:
“…Creía tener una vida llena de matices, hasta el
instante en que le conocí.
Un día después de ese grandioso evento, la
expectativa hizo presencia y se convirtió en un elemento esencial de mi cotidianeidad; algo que hasta hoy define
mi existencia.
_ Pero siempre no fue así.
Tuvieron que pasar muchas cosas para que yo
decidiera hacer el viaje y abrirme a la luz. Prometer y comprometerme con aquello que tuvo
siempre estrecha relación conmigo, a pesar de mi firme incredulidad. Acción que se hizo añicos
cuando acepté de plano el papel que yo jugaba dentro de mi propia y hasta ayer desconocida leyenda.
Hoy los acontecimientos me tienen en el actual
estado de connotación espiritual, ¿y
quién no? de haber pasado por las intensas experiencias por las que yo
pasé. No lo recuerdo todo; pero estoy intentando plasmar con la fidelidad que
rememora mi memoria y escribo, para no perder el curso de lo que aconteció hace
apenas cuatro horas... o cien años. No
sé. Todavía no lo puedo asegurar.
_ Quizás viajé en el tiempo hacia un mundo excitante cuyas circunstancias me dieron la posibilidad de conocer
…
Yo estoy convencida de su existencia. La vida terrenal quiéralo o no, me lleva a poner
en orden mis pensamientos y , a actualizarme sobre los conceptos materiales que
rigen la realidad de mis días, en el
mundo al cual pertenezco por obra y gracia del señor y mis padres, que así lo
quisieron.
_Y haciendo mención de ellos, siempre pensé que mi particular historia se remontaba desde el momento en que nací hasta la
actualidad. Sin embargo debí pensar que
las condiciones “anormales” en las que vine al mundo, traían aparejadas ciertas
consecuencias.
Consecuencias que se desencadenaron en algunas otras
y trajeron resultados que determinaron el final de un principio o tal vez, el principio de
un final que recién comienza. Porque…
_ Quién sabe si encontrarnos no fue una coincidencia y el destino que juega a capricho, requiere
la continuidad de una leyenda. Aunque
esta leyenda implique a remotos
personajes que le dieron vida, a lo que
yo considero hoy, un enigmático y
tentador presente. Pero cada presente deviene de un pasado y mi pasado comienza
con mi familia.
Mi familia;
la que conocí solo por referencia. Aquella que no me quiso, por mi descendencia
paterna; aquella que despreció y desheredó a mi madre por enamorarse
profundamente de un indio. Aquella que condenó a mis
padres y convirtió en despojos su dicha
e hicieron de sus mejores años, un
eterno y doloroso martirio.
El
cursor se detiene. En la pausa,
Yasandra lleva su diestra al pecho y
agarra con mano temblorosa
la estrella plateada que cuelga de su cuello. Respira profundamente y por
unos segundos la sostiene, como si quisiera adquirir de ella la fuerza
invisible que le haga controlar
su ira y
llevar su estado anímico a los parámetros
de la normalidad.
Respira profundamente durante unos segundos y ya más segura teclea,
impregnando en el
documento que va escribiendo las
páginas del libro
de su existencia .Devora los recuerdos, con la velocidad que le
permiten los dedos.
«… Se por mi
verdadero padre, que mi abuelo materno don Emeregildo de Holguín, era un hombre
tan despiadado como rico y que se había asentado en el lugar que fue colonizado
por sus ancestros. Fue una época triste, de mucho sufrimiento. Los nativos fueron
despojados de sus propias tierras y a la fuerza se civilizaron. Constituyeron la minoría y ya sea por el hambre o como único
medio de subsistencia, se ofrecieron para trabajar en las fincas del hombre
blanco a cambio de comida y un techo. Thero, un joven indígena, descendiente directo de una
valiente rama de caciques no pudo
cambiar su destino»
_ Y así comienza, la triste historia que envuelve mi nacimiento.-suspiró en medio
de la pausa.
Desolado por las enfermedades, el hambre y las
calamidades a la que fueron expuestas las tribus indias, la devastación del
clan donde reinaba la familia de Thero, se hizo eminente.
Con una esposa embarazada a punto de parir y dada las circunstancias, al cacique no le
quedó más opción que tragarse el orgullo nativo
y ofrecer sus servicios en la
finca del rico colono. Thero nació dos meses después en ella pero creció
escuchando sobre las costumbres indias que tuvo su progenitor buen cuidado de
inculcarle, como príncipe heredero que era.
Thero tenía cuatro años cuando nació el único descendiente
del patrón: una hermosa niña de rubia cabellera y ojos azules, a la que
nombraron Marianna.
Thero y Marianna
crecieron cultivando una estrecha amistad. Sin embargo, los sentimientos cambiaban a medida que pasaban
los años; al principio en inocente complicidad.
Luego, a escondidas de sus padres
evadiendo las discriminaciones raciales y sociales. Cuando Marianna cumplió
diecinueve años, la relación de amor con
Thero ya estaba establecida y su secreta consecuencia resultó en un embarazo no esperado. Ante la prueba
existencial que ya no
podía ser ocultada, Marianna fue
cruelmente . Despreciada por su padre y echada de la casa sin piedad, importándole poco a este
señor, el estado de la joven ni
el dolor que su determinación provocaba al resto de la familia. Mi abuela, se
deshacía en llanto y le hizo entrega a
su única hija y a escondidas de mi abuelo, un relicario de oro grabado por una
cara, con el sello de la familia y sobre su estampa, las iníciales de los nombres:
Emeregildo y Olga: sus padres. Entrelazado a
la fecha de nacimiento, por la otra cara,
destacaba como prueba de la descendencia, su propio nombre: Marianna.
Solo con lo que traía puesto y una cesta de comida,
mi verdadera madre abandonó para siempre, la hacienda donde había vivido.
El destino de Thero no era menos cruel: había sido
condenado a una muerte tan lenta como segura. Preso en la misma finca, era
sacado diariamente de su celda y castigado a la vista de todos con cincuenta
latigazos como escarmiento. Sin embargo, el suplicio terminó a los pocos días
ya que, a pesar de estar muy mal herido, con la ayuda de terceros, mi
padre logró escapar de tamaña tortura y
huir del infierno al que estaba sometido… ”
_ Pienso que esta primera huida,
marcó la vida de mis padres por s siempre. Tal vez, fue el
irremediable anticipo de todo lo que vino después.
“Mi
madre comenzó a vagar por caminos
desolados con incierto sentido. En su peregrinación se acercaba a los grupos
nativos que encontraba a su paso con la esperanza de que le ayudaran y pudieran
informarle acerca del paradero de Thero, quien por su parte, después de
recuperarse hizo lo mismo: averiguar todo acerca de la
“vagabunda” mujer blanca de ojos azules - comentario fortuito que había llegado hasta sus oídos - y seguir su rastro
con desesperación. Nunca tuvo la
menor duda de quién era esta mujer:
el gran amor
de su vida
y la madre de su primer, hijo, aún sin nacer. Le pedía a sus Dioses que la cubrieran con manto
protector. Abrigaba la ilusión de que
el encuentro se realizara lo más pronto
posible. El sabía que la
situación desencadenada no era
favorable para ninguno, y que de ellos dos, Marianna fue y era, la más perjudicada. No era de extrañar, que la
sutil belleza de Marianna y la asustadiza
candidez de su mirada atrajeran la atención de unos cuantos. Pero al saberla embarazada,
como respuesta a las suplicas de Thero, algunos puños piadosos se enfrentaron a
los necios que intentaron violarla y otros por lástima, en los momentos más
difíciles cuidaron de ella y la protegieron.
La
joven detuvo sus dedos sobre el teclado y levantó la barbilla inhalando con
fuerza. Tenía empañada en lágrimas su mirada. Ni una sola vez había podido contenerlas cada vez que
rememoraba el acontecimiento. Procuraba controlar el llanto y como otras tantas veces, le daba
fervientemente las gracias a Dios por haber sido misericordioso con su madre.
_Luego
de muchos contratiempos mis padres lograron el anhelado encuentro, pero la
felicidad les duró bien poco.
Un fiel amigo
los puso al tanto de los planes de mi abuelo : había pagado a un rastreador de
nombre Manuel, para que encontrara a su hija y la trajera de vuelta, solo
después de matar a Thero y desaparecer a la criatura que traía en su vientre y
que estaba según sus cálculos, a punto de nacer. Thero y Marianna a pesar de
burlar la vigilancia de Manuel en muchas ocasiones, fueron condenados a una
vida de incertidumbre y total persecución porque el viejo sabueso no los perdía
de vista. Además, dado al avanzado estado de gestación de Marianna, la pareja
no lograba alejarse lo suficiente como para sacar la ventaja prudencial que los beneficiara. En este sobresalto, el parto
los sorprende una noche de lluvia y fuertes vientos. Buscaron refugio en una
insegura cueva y asistida solo por Thero, mi madre tuvo una noche de difícil
alumbramiento.
El destino les hizo una mala jugarreta y mis
queridos padres sufrieron las peores consecuencias: débil por el sangramiento y
la fiebre, Marianna no se recuperaba
y a medida que pasaba el tiempo, ante
los ojos de Thero, su estado de salud empeoraba. Sin importar la lluvia o el
peligro al que se exponía varias veces salió de la cueva buscando remedios
naturales que le aplicaba, con la esperanza de obtener el milagro de una recuperación. La impotencia
desesperaba a mi padre que intentaba ocultar el llanto que le provocaba la
gravedad del hecho.
_No
lo logró. Marianna por un instante consciente, le hizo prometer que cuidaría de
mí con celo . Me protegería sobre todo, de la ira y el rencor de mi propio
abuelo. La firme respuesta de mi padre le devolvió la tranquilidad y confiada,
ella esperó sin miedo el momento de su partida.
“Horas más tarde se despedía con una sonrisa en los
labios. Había muerto rodeada por los
amados brazos de Thero, mientras arropaba contra su cuerpo el tierno cuerpecito
de su hijita, que por obra del señor
alcanzó a conocer…” _No encuentro las palabras apropiadas para
describir el terrible dolor que traspasó el corazón de mi padre. «Supe lo
que era la eternidad, aquella noche y en ese momento » - Me atrevo a escribir
tal como me dijo – « y mi deseo ferviente era irme con ella. Pero tus
pulmones eran fuertes y mis Dioses te llenaron de vida. Yo no importaba. Yo esculpí en aquella cueva una promesa: tenía que protegerte y cuidar de ti»
_Mi
madre fue enterrada bajo las costumbres nativas. Amparado por el Dios de la
Tormenta, Thero hizo entrega del joven
cuerpo a los espíritus del monte.
Después de la
improvisada ceremonia, conteniendo su fiero dolor y con el bebé en brazos, Thero sembró
falsas pistas y logró alejarse. Debido a la inclemencia del tiempo, la
cuadrilla había propiciado una breve e involuntaria tregua al buscar refugio no
muy lejos de allí. Cuando pasó la
tormenta, Manuel continúo con sus pesquisas convencido, de que pronto iban a
darles alcance. Momentos más tarde descubren el sagrado lugar donde fue
enterrada Marianna. Sorprendido por lo inesperado
y contra todo
lo que pudiera suponerse, el
hombre sin consciencia, decide
hacer un alto y regresar a la
Hacienda para dar al patrón
la mala noticia. Don Emeregildo muestra
su dolor de manera intransigente y egoísta. Sin una gota de arrepentimiento
profana la tumba y recupera el cadáver. Inventa una trágica historia para
limpiar el buen nombre de la familia. Oficia
religiosa sepultura, permitiendo en la ceremonia solo a los familiares
más cercanos, que asisten al entierro. Lleno de ira; sobre el sarcófago de Marianna escupe su odio y jura, como a un animal salvaje, darle caza al indio,
culpable del rapto y muerte de su
adorada hija…”
_ Pasado un tiempo, por vez primera las
calamidades que rodeaban a mi padre, parecía que comenzaban a disiparse. No
importaba que mi abuelo hubiese organizado una
partida con órdenes expresas de
exterminar al “maldito” junto con el “bastardo” que había nacido. Yo estoy
segura que desde el cielo, mi madre velaba por nosotros en todo momento.
En la huida, Thero se había encontrado con otros
nativos que cansados de la civilización impuesta e inadaptados a ella, se
habían dispersado. Llegan a su memoria los consejos del ya fallecido rey, su
padre y honrando al cacique que era, se siente responsable de su gente. Fluye en él sus dotes de líder y desfila ante sus
ojos las imágenes del lugar donde pensaba establecerse con Marianna y su bebé. La existencia de esas tierras,
venían siendo para los nativos
generación tras generación, su más preciado
tesoro. Rinde tributo y pide
permiso a los dioses, para guiar en peregrinación secreta a la tribu de indios,
hacia las montañas sagradas…”
_Mi padre me había
confiado que durante la travesía, en lo profundo de su ser, sentía que el espíritu de su amada le
acompañaba y, aunque llevaba el corazón
roto y el alma compungida, el llanto de su descendiente le acariciaba y auguraba nuevas esperanzas.
Hacia allá se
encamina, seguro de que en esos momentos no es perseguido. Ha tomado medidas y
actuado con cautela , para borrar las huellas dejadas a su paso . Lleva sobre
el enemigo, la ventaja precisa. Los nativos llegan a los “Montes azules” y pueblan el lugar,
en absoluto silencio.
Se encargan de establecer las necesarias precauciones para que la
civilización no vuelva a profanar la virginidad de su cultura. Sin
embargo en Thero, ahora el Cacique Rey, no ha desaparecido el temor, de la
maldición de Don Emeregildo. Los
que bajan, traen noticias de que el
hacendado no ha puesto fin a la
persecución iniciada tres años antes,
desde la muerte de Marianna. Y
aunque el recóndito lugar en el corazón de las montañas no había sido
descubierto, mi padre estaba consciente de que el peligro asechaba por los
alrededores. Thero fue
un gran cacique y lo demostraba
a diario, de muchas maneras.
Decide reunirse con
el consejo. Prefiere no arriesgar y antepone a su bienestar, la seguridad de su
pueblo. El consejo consulta al oráculo y
el oráculo hace una premonición
inesperada: «El heredero tiene que abandonar inmediatamente la aldea
y encontrar al mensajero. Thero puede quedarse» _Y no se dieron
más explicaciones. No es costumbre
indígena escrutar sobre las profecías sin embargo «el heredero»
solo tenía tres años y en la vida real
era mas efectivo hacer la conjunción correcta: «la heredera» (Que era yo) y los Diositos de mi papá, por algo me
quisieron hembra (como verán más adelante).
Y ni modo, que ni
yo misma imaginaba la importancia de este «trascendental» detalle. Así que en el consejo
hicieron una excepción. Y aunque la respuesta no fue muy explícita en aquel
entonces, se dijo que el mensajero era el encargado de conducir al heredero
hacia el eslabón que restablecía el equilibrio. ¿ … ? No importa, al final comprenderán porque todo tiene estrecha relación y mucha,
pero mucha lógica.
Entonces,
igualmente confundido, pero fiel al mandato de los Dioses, después de la
ceremonia, Thero abandonó la aldea en
compañía de su
pequeña hija Yasandra. Nombre con el que mi padre me había
bautizado, respetando la
religión de mi madre y en honor a su memoria.
_ El simple hecho de saber que tienes algo que hacer que desconoces, te llena de inquietud. Más,
si esa ambigüedad debes descubrirla por
ti misma y tomar las decisiones correctas en el momento adecuado, con prontitud
y sin permitírsete equivocaciones.
Eso, implica cambios radicales
que afectan no solo tu futuro, si no también el de otros.
Me lo enseñó mi padre a lo largo de los veinte años que vivimos juntos. Y aunque no alcanzó a descifrar el mensaje en su totalidad, al menos
tenía la certeza de todo lo que abarcaba porque me preparó para ello. Pienso que, desde el lugar donde
ellos están, tanto mi verdadera madre Marianna como mi padre Thero -
descendencia india que represento y venero con admiración, orgullo y profundo
respeto - de alguna manera formaron parte intrínseca en el proceso. Pero acaso ¿no era lo que estaba escrito?
La Rueca de los sucesos comenzó
a tejer mi propio destino, desde el momento en que mi padre, conmigo en la
espalda, abandonó el seguro refugio de las montañas.
Viajamos con rumbo
indefinido y nos alejamos lo mayormente posible de todo lo que tuviera que ver
con el pasado. Ocultábamos nuestra verdadera identidad y en cada pueblo, Thero
cambiando de nombre, buscaba trabajo.
Después de largas
caminatas, viviendo en condiciones de extrema pobreza por dos años,
tuvimos la suerte de que, a mi papá, lo
contratara un matrimonio de granjeros para trabajar en sus recién compradas tierras, que estaban ubicadas en la
otra ciudad.
A Lidia y Jesús,
matrimonio relativamente joven, les apenaba el hecho de que la señora no
podía tener hijos. Siendo personas
humildes de buen corazón, me tomaron mucho cariño . Yo tenía cinco años. Correspondí de manera inmediata, al calor materno que
anhelaba y Lidia libremente me prodigaba
. Mi padre, ayudaba al señor en las
labores del campo y le enseñaba sus histriónicos conocimientos agrícolas. Juntos hicieron
que las cosechas desarrollaran y con la exitosa venta, el dinero
proporcionó un holgado desenvolvimiento económico.
Lidia y Jesús nos
concedieron una parte del terreno donde
se construyó nuestra casa y en la que
transcurrieron los años sin otra novedad que mi desempeño escolar y el asiduo trabajo al que
se había consagrado mi padre.
Supe lo relacionado a mi nacimiento con el doloroso hecho de
enfrentarme por primera vez y con plena
consciencia a la muerte.
Mi padre, fue mordido por una víbora. Le ayudaron tanto como se podía
en esos tiempos. Pero llegó tarde el
medicamento necesario y antes de que pudiera darme cuenta, moría entre mis
brazos, no sin antes entregarme el
relicario de oro y la revelación de lo que he contado y debía saber acerca de
mi descendencia materna.
Supe además que mi querido padre
(que Dios lo tenga en la Gloria), había cedido al deseo de la pareja firmando
con anterioridad algunos papeles donde permitía la adopción legal de
«Yasandra», al momento de su muerte. El haberme querido como a
una hija significaba para mí en correspondencia, que yo compensaba a Lidia
y Jesús con iguales sentimientos. Habíamos vivido en la
granja como familia, por lo que
el hecho solo implicó trámites legales para que tomara finalmente el apellido de mis padres adoptivos, que ya
usaba desde la etapa escolar.
Actualmente tengo veintiún años de edad. Cuando era una niña, mi padre
me sacaba mucho parecido con mi madre Marianna, pero dice mi mami Lida, que en
los últimos dieciséis, los rasgos nativos han resaltado mi «enigmática» personalidad. Hoy me permito un carácter alegre y los que no me conocen a fondo,
critican mi extrema seriedad (en realidad es una estrategia; así mantengo la
distancia entre algunos y yo). Por naturaleza soy muy sincera y no me detengo
cuando debo decir lo que pienso. Me considero muy optimista y parte de ello
lo reflejo en el deseo de estudiar y prepararme para la vida (pues no
quiero aprovecharme de la solvencia económica de mis padres adoptivos), así
que me fui a la Universidad en cuanto pude, para continuar
con mi preparación. En este lugar conocí
a Darla y entre nosotras surgió una verdadera amistad.
Ella me convenció para que dejara la residencia estudiantil y me fuera
a vivir en su pequeño pero acogedor y lujoso apartamento donde transcurrió la importante
etapa del «descubrimiento». Gracias a esa etapa, soy más
flexible y respiro tranquila porque la
incertidumbre en la que viví finalmente tuvo un sentido. Cumplí, a pesar de las situaciones agradables y desagradables que
fueron necesarias y que
ahora comprendo
indiscutiblemente. No tengo
todas las respuestas porque
mi padre fue parco con referencia a mis
antepasados y lo que ahora conozco se presentó a consecuencia de los sucesos, pero
no pretendo mortificarme por
ello. Como tampoco me mortifica el saber por mi abuela
Olga (refiriéndome a la otra mitad de mis ancestros) que en el transcurso de dos décadas, don
Emeregildo no había cejado en su
empeño por encontrarnos. Sin
embargo, los sentimientos de
venganza fueron disminuyendo y
el remordimiento comenzó a atormentarle en el final de sus días.
La culpa amargaba
su existencia. Sintiéndose enfermo y previo a su lecho de muerte; en inútil
intento por traer un poco de paz a su
maltrecha conciencia, preparó todo para que se complementara su último deseo: encontrar a su único
descendiente y entregarle la parte de la fortuna que le habría tocado a Marianna: _ Mi queridísima y finada hija –terminó de expresar en un llanto
mi abuela.
_ Puedo decir sobre mi abuelo: que Dios le perdone. Nunca le conocí y
doy gracias por ello, porque lo hago
responsable de la infelicidad de mis padres, de haberme privado del amor de mi
verdadera madre y el cariño de mi abuela, quien
dada la época, fue solo un instrumento de su voluntad. Es por ella, por mi abuela, que
conocí de la odisea para encontrarme. Supe todo acerca de los
contratiempos y la contratación de los investigadores privados. De las personas
que, al saberla anciana y viuda, quisieron estafarla, asesinarla y aprovecharse
de su dinero. Pero no pretendo hacer en este relato más que mención de algunos hechos
necesarios, para la comprensión de la historia que realmente me interesa que
conozcan. Historia que me hizo creer que: «Los acontecimientos
prosiguen, muy a pesar del individuo . Aunque lo intente, nada
puede hacer para cambiar el curso ya trazado por ellos»
FIN
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