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CAPITULOS DEL 6- 12
CAPITULOS DEL 6- 12
6
Con pasos inseguros, Omar llegaba hasta el tapete de la
entrada que daba la bienvenida a su casa.
Extrajo la llave de su bolsillo y abrió la puerta. Entró tratando de hacer el menor ruido posible. Tanteó en el
espacio, memorizando la posición de los muebles para llegar al viejo sofá;
lugar donde planeaba dormir las horas
restantes. Pero la bombilla
encendida de un golpe le aclaró su visibilidad. El hombre se detuvo por la sorpresa.
_ A nadie le conviene que a estas alturas te rompas un
hueso - dijo dando a entender que le importaba un bledo.
_ No… quería despertarte.
_ No me despertarte, Omar.
_ ¿Ah no? Hip…
_ No.
El hombre pone fin a su recorrido sentándose en el
extremo opuesto del lugar que ocupaba en el sofá, su mujer.
_ Llamé a tu empresa.
Si la sala hubiera estado totalmente iluminada, su marido
hubiera visto el rictus amargo o tal vez triste que delineaba en la cara de su esposa.
_ Que… lograste con eso Mercedes.
Le resultaba extraño porque a pesar de los motivos, nunca
lo había hecho. Sintió rabia sin embargo, no se atrevió a mostrar su enfado.
_ Entre otras cosas, darme cuenta de que tú tienes razón - suspira con cierto desosiego
- Los fantasmas no existen Omar, no existen.
Tenía la sensación de que Mercedes jugaba un nuevo juego.
Ella no parecía dirigirse a él cuando hablaba. Agobiado, intentó descifrar lo
que escondía detrás de cada palabra.
_ Mírate… - no llegaba a ser un reproche sin embargo el
tono marcaba su inconfundible desprecio
- Hueles a perfume ajeno y traes en la ropa, manchas de labial.
En gesto inconsciente, Omar busca la evidencia.La ve en
el lugar donde momento antes Maritza le abrazaba.
Y recuerda sus besos y recuerda la
habitacion y los vasos llenos de licor y se da cuenta de que hay partes… que no
recuerda. Y se da cuenta que no tuvo el cuidado de otras veces y que Mercedes
esta de pie al frente y su imagen se vislumbra como diosa y él… se siente
mezquino y presiente que algo ha
cambiado y que las cosas se tornan
diferentes.
_ He pensado que ya no soy tan joven…
_ Mercedes… - murmura sin tener otra cosa que decir
La mujer levanta altiva el rostro y se inclina hasta su
altura mirándole con expresión ruda, directamente a los ojos.
_ Y estoy cansada Omar…
muy cansada - ni siguiera parpadeó.
El no puede
sostener la mirada y baja la cabeza. Por eso no le ve acercarse y mucho menos
espera sentir sobre el cuero cabelludo la tibieza de los labios femeninos. Solo
después, cuando los pasos se alejan ladea la cabeza y su vista alcanza entre las sombras, el
preludio de una borrosa silueta en bata de dormir color azul ocre.
Durante mucho
tiempo, Omar no pudo borrar esa imagen de su recuerdo. No era necesario que su hijo le acusara; durante mucho tiempo él
también se sintió culpable.
7
_ Te has quedado
tan callado…
Están sentados en el mismo banco, en el parque de
siempre. No muy lejos, algunos niños y Julián desarrollan un frenético juego.
_ Estaba pensando.
_ ¿En qué’?
_ En casarnos… quizás sea la solución a nuestro problema.
Tatiana emite un sonoro suspiro y concentra su atención
en la rosa que le ha regalado Alfredo.
_ ¿Que’ te parece?
_ Que no has tenido en cuenta el pequeño detalle, de que no tenemos donde
meternos.
_ Aunque vivamos mientras tanto donde estamos, pero ya
casados, puede que nos dejen en paz.
_ No lo creo. Tú papá….!- se interrumpe- ! Julián para allá
no!-continúa- Tu papá se porta muy mal conmigo.
_ El piensa distinto a ti y a mi, solo es eso.
_ Y mi abuela tiene miedo.
_ ¿Miedo?
_ Teme que yo le haga al niño lo que su papá le está
haciendo o lo que mi mamá hizo conmigo y
no quiere correr riesgos…! Julián!
Un niño empuja a Julián y este se le encima amenazadoramente.
Tatiana se pone de pie, porque al llamarle
Julián pierde el equilibrio y cae al suelo. Alfredo impide la intención
de la joven y es el , quien va en su auxilio. Tatiana sonríe con indulgencia al
ver a su hijo salir al encuentro del hombre con los brazos cruzados y muy
bravos.
_ ¿Qué pasa campeón? Eso no es nada chico.
El niño corre el tramo que le falta refugiándose entre
las piernas de Alfredo. El muchacho le aparta con cariño y se agacha justo a su
lado.
_ ¿Tú no quieres ser boxeador?
_ Siii…
_ Entonces… ¡arriba!
Comienza un juego de manos que termina en cosquillas. La
risa infantil contagia.
_ ¿Vas a jugar de nuevo?
Julián asiente y le da un beso .Antes de reunirse definitivamente con sus
amiguitos choca su manita con la del hombre. Segundos después, sin descuidar al
niño la pareja regresa a la gravedad de su asunto.
_ No te desanimes -manifestó’ Tatiana con una mirada
triste- Lo que necesitamos… es tiempo.
_ Lo peor está’ en
casa. Ese silencio.. lleno de rencor.
Tatiana le toma de la mano y se ladea un tanto sobre el
brazo masculino.
_ No fue su culpa.
_ La esencia es esa, pero aun no puedo superarlo.
_ Tienes que
superarlo Mas que nada por ti’.
_Todo no puede ser tan terrible Tatiana, en algún momento
esto tiene que terminar…
_ Yo también…lo espero.
Hace mucho que el desosiego pasó a formar parte indisoluble de su vida y debería
estar acostumbrada; pero no puede.
Hace mucho que las cosas no salen como las prefiere; pero
no puede ignorar las perspectivas porque no solo ella, de si depende.
Reconoce entre otros chicos la voz de su hijo y le mira.
Lo ve correr mientras juega y escucha su risa. Recuerda el infantil miedo, su ira, su llanto, sus medias palabras,
el abrazo, sus besos… y no puede evitar en la mirada hacia el cielo, una sensación
extraña de agradecimiento.
Alfredo, hace más íntimo el abrazo y desvía hacia ella su
boca, rosando amoroso los labios sensibles que se ofrecen. Solo un instante, el
necesario para decirse cuanto se aman y sonreír indulgentes. Luego Tatiana se
acomoda en el cuello varonil.
Desde su altura, observa la barbilla del hombre y piensa
en su vida; la de el y se dice: ella de
qué se queja.
Si fuera a los hechos, Alfredo lleva la peor parte.
Aunque esa parte hubiera servido para conocerse. Cerró los ojos, sintiéndose
vulnerable al mutismo de una lágrima. ¿Cómo olvidar? Si desde aquella tarde, el
sonido del timbre del teléfono la llena de recuerdos…
8
(Dos Años
antes)
_ ¿Quien era?
Pregunta Clara mirándole por encima de los espejuelos sin
detener su labor. Está sentada en la mecedora tejiendo un suéter para el niño
de tres años que juega a unos metros de las dos mujeres. Tatiana cuelga el teléfono
y deja a un lado el libro que estaba leyendo.
_ Madelaine - le
dice poniéndose de pie - Abuela, ¿crees que puedas quedarte con el niño un
rato?
_ ¿Qué vas a hacer?
_Quiere que la acompañe al funeral de la mamá de su
novio.
_ ¿Que’ le paso a la señora?- pregunta con pesar
_ La verdad es que no se.
_ Esta bien hijita…
eso sí, no vengan muy tarde.
_ No te preocupes - se acerca y le da un beso en la
mejilla - Cuando llegue te cuento.
Recoge el libro del sofá para llevarlo consigo. Se dirige
con paso ágil al cuarto que comparte con su hijo. Abre el escaparate para
escoger la ropa adecuada y entra al baño por una ducha. Cuando Madelaine llegó,
Tatiana terminaba de arreglarse. Salieron.
Hay una marcada diferencia de edad entre ellas. Madelaine
es mucho más joven que su amiga, sin embargo la esbeltez del físico de Tatiana
la hace muy atractiva y pocos lo notan.
Ambas son bonitas, Made un tanto mas baja pero las dos, tienen
el pelo negro y curvas similares. Destaca en Tatiana hermosos ojos verdes que
Madelaine compensa con sus labios
seductores.
Se conocen desde niñas porque viven en el mismo barrio.
Made es hija única y un poco mimada pero a Tatiana siempre le cayó bien porque
usaba su tamaño para defender a los más pequeños. Jugaba pelota en los recreos
escolares y a los diesiete soñaba con un héroe sacado de las novelas rosas que leía
a escondidas de sus padres. Crecieron siendo vecinas y se visitaban de cuando
en vez. Eso si, los 26 de Tatiana (en ese entonces) equilibraban la falta de
madurez que tenía Made a sus 20.
_ ¿Café?
Las muchachas se mezclan entre los diferentes grupos y
reparten el aromático líquido. La capilla luce con elegancia sus adornos
funebres.Los más jóvenes dado el gran número de personas que asisten, se
mantienen en la parte de afuera mientras las personas mayores y los familiares
ocupan asientos dentro del local. Cerca del ataud, Omar y su hijo reciben el pésame
de los que van llegando.
Por un lateral, los estudiantes universitarios se juntan
creando su propio espacio. Entre ellos Made, la novia de Alfredo y compañera de
aula. La parte varonil ya había mostrado interés en su amiga pero a esta, le
eran indiferentes las simuladas miradas que provocaba su paso.
_ Tatiana…
Sintió la voz de Madelaine y se dirigió hacia ella.
_ Dime…
– No me atrevo a
acercarme.
Tatiana se vuelve a Made.
_No digo yo - coloca la bandejita con las tazas restantes
en la mesa - Si tu novio parece otro cadáver.
_ Y no ha querido asomarse a la caja.
_ ¿No la ha visto?
_ Hu’, Hu’ - niega con la cabeza - Y eso que esta’
igualita, como si estuviera dormida. No entiendo por qué se enveneno’. Se conservaba tan bien…
Tatiana la ve
mirar hacia la capilla. A su amiga le sudan las manos.
_ Cada persona es un mundo, pero tu’ estas adentro.
_Estaba. - le rectifica - Hace tres meses que Alfredo y
yo rompimos.
_ Pues… no sé qué
decirte.
_ Yo se que tomaba muchas pastillas… delante de mí, eran una monada de pareja - se le acerca
bajando la voz - Aunque dicen que el viejo…
se las hacia buena.
A pesar del dolor que aparentaba, el rostro del hombre
marcaba cierta dureza. Tatiana se fijó en los rasgos. Indudablemente
resultaba atractivo.
_ No quisiera estar en su lugar… - murmuro’ Made sin
apartar la vista de ellos.
_ Aunque a veces, los padres no tienen que morir para
haberlos perdidos - dijo de manera rara.
_ ¿Que dijiste…? – se vuelve la joven.
Tatiana sacude la cabeza intentando dejar a un lado sus
propios problemas.
_ ¿Quieres que te acompañe?
Sintió la mano amiga presionar la suya mientras avanzaban
en dirección a la capilla.
Y le vio por primera vez a escasos seis pasos.
Y le pareció perfecto para su amiga.
Y sintió’ curiosidad por saber los motivos por los que se
dejaron.
Fue todo.
Regresó al otro día
para asistir al entierro. Durante
el tiempo que estuvo presente no le vio soltar una lágrima pero si había notado
que, entre él y su padre mediaba un distanciamiento fuera de lo normal.
En el cementerio conoció’ a Manuel. Llegó y su personalidad resaltaba vestido con jean azul,
camisa negra y sombrero de paño negro. En ese entonces no sabía quién era. El
señor le ofreció su hombro al ex- de Madelaine y por vez primera el joven, lloró con ganas.
Mas tarde supo que se trataba de su padrino.
Le calculaba unos bien conservados sesenta años. Gozaba de respeto y popularidad familiar.
Después que termino con los saludos, se acomodó al lado del muchacho y allí
estuvo acompañándole en sus peores momentos.
Cuando la mayoría se había retirado, Alfredo coloco’ el
libro con la foto sobre la silenciosa tumba. Todo el, reflejaba un
incontrolable dolor. Mercedes, parecía sonreír desde su prisión de granito. A
unos pasos, Omar les esperaba.
Al caer el sol, sin mediar palabras, salieron de último.
9
Cuando finalizaron las vacaciones Tatiana viajo’ a la
Habana a recoger su certificado de graduada de Actuación, en la Escuela
Nacional de Arte. Estaba muy contenta y en esa época su espíritu optimista alcanzaba su mayor auge. Había
realizado varias entrevistas para un papel de segunda en el único canal de televisión
que existía en la provincia y tenía una que otra intervención en el dramático
de la radio. Estaba convencida de que un director inteligente iba a descubrir sus potencialidades, pero había
pasado por alto el importante detalle de las eternas rivalidades.
Su mayor competencia estaba en la radio. Las estrellas de
las novelas que su abuela escuchaba desde joven se habían adueñado de casi toda
la totalidad de los programas que salían al aire, más los espacios en producción
que estaban por trasmitirse. El elenco era el mismo desde hacia cincuenta años
y las posibilidades de algún nuevo contrato eran casi nulas.
En la televisión otro tanto o tal vez peor, porque el
fatalismo geográfico imponía sus
reglas. Aunque te hubieras graduado en la Habana, en el mejor centro de formación
artística del país, los directores preferían contratar las actrices que venían
de la capital. El canal apenas sin recursos pagaba los gastos e invertía en transportación
y hospedaje, el salario de treinta actores locales. El incierto futuro de los nuevos talentos que
regresaran a su provincia, a nadie importaba. A los seis meses, Tatiana palpaba
la cruda realidad que la mantenía la mayor parte del tiempo desempleada.
La situación comenzaba a interferir con mayor intensidad
porque la necesidad le abrumaba. Las limitaciones llegaban a su expresión máxima
y el dinero brillaba por su ausencia. Desanimada, se había sentado en el parque
al frente del estudio de grabación.
En las manos sostenía un papel con el resultado de la prueba.
Su actuación impactó, no cabía la menor duda y de plano, entre las setenta
aspirantes le habrían dado el papel, porque supero’ a la que iba a protagonizar
la serie pero, se entero’ en los
camerinos de que era, la sobrina del director.
“Del lobo, un pelo” - pensó aunque tenía sobradas ganas de gritar.
Firmo’ el contrato de trescientas horas de trabajo, por la mitad de la cantidad que pagaban en la
Habana por una sola obra de teatro.
Era obvio que no tenía deseos de regresar a casa. Miró el reloj: faltaba un cuarto para que Julián
saliera del círculo infantil. Ella y su abuela ya habían quedado, así que no se
preocupó.
La tarde, adquiría un perlado color en tono gris que le agradaba. Olfateó el aire presagiando lluvia; aún así continuó sentada
en la banca intentando tramutarse al espacio. Si la llovizna no hubiera importunado, tal vez lo hubiese
conseguido. Se puso de pie, colgó la cartera en el hombro y calculó la
distancia.
Cuando el agua comenzó a caer, ya Tatiana corría buscando
dónde guarecerse, pero uno de sus zapatos resbaló en el pavimento y la joven se
apoyó de manos para evitar la caída. Algunas
personas se acercaron para ayudarle y ella, soportó el dolor hasta el otro día pensando que no era nada.
Fue al hospital. Entonces le vio por segunda vez en aquel año.
Realmente, había cambiado. Detrás de la barba aparentaba mayor edad. Mientras le atendía,
ella se fijaba en los ojos varoniles. Sentía curiosidad por descubrir si
continuaba con aquella mirada que escupía odio a los cuatro vientos; pero no se
dio cuenta de que él lo había notado.
Al salir, el muchacho se aparto del grupo y se acercó a Tatiana.
Estaba claro que no le había reconocido, tampoco esperaba que lo hiciera por
eso no le asombro’ que el joven preguntara si le conocía de algún lugar. Prefirió
mentir para evitar el doloroso recuerdo.
Alfredo estudiaba medicina .En segundo año ya era alumno
residente y en esos meses estaba rotando por la sala de fisioterapia a la que
ella acudía en consecuencia de la caída.
Al principio creyó que de casualidad Alfredo coincidía con sus horarios pero después
supo que estaba equivocada.
Esa tarde mientras
Alfredo le ayudaba con el ejercicio, el peli rojo se acercó a ellos por un lateral.
Se detuvo a esperar que el joven concluyera pero todo parecía indicar que
estaba apurado.
_ Oye... - le toca por el hombro - … discúlpame man, pero quiero saber si por fin vas a cubrir mi
turno.
Alfredo, le mira.
_ Pues si…
_ Esta bien… - se va retirar - Ah, me dijo el “profe” que
tienes que hablar con él. No puedes estar cambiando con todo el mundo para un
mismo horario.
El rostro de
Alfredo se puso color purpura. Se volvió hacia ella y con un gesto le pidió disculpas.
Agarró por el codo al estudiante llevándolo hasta un rincón. Imaginó, por la
mueca que hizo el otro, lo que le dijo.
Ella le miró detenidamente de arriba hacia abajo y de
abajo hacia arriba. “No es mi tipo” - pensó en aquel momento sin temor a
equivocarse.
El joven se las arregló para continuar practicándole el
tratamiento y no hubo mayor dificultad. El problema estaba en que al mes, para
asistir a la terapia la muchacha
incrementó su esmero a la hora de
vestirse. Luego se vió contándole pasajes de su vida y lo peor vino cuando a
solas, no pudo negarse que le gustaba. El descubrimiento la enfermó.
“… y pesó mucho más el amor”
Pero en este entonces, ya habían pasado tres meses de
tratamiento y ella se había negado a las invitaciones de Alfredo.
Indiscutiblemente las dudas la torturaban. Tenía claro
que se había enamorado. ¿Pero… y él?
No quería una aventura, ya había pasado por eso al año y
medio de su divorcio y su primera y única experiencia resultó en algo nada agradable. Le iba a
herir mucho que Alfredo la decepcionara.
Había notado para su disgusto, que el joven era muy popular entre sus
compañeras de clase y a veces, los celos comenzaban a rondarle .Intentaba ella
misma convencerse de que era un imposible y lo justificaba de mil maneras.
Primero su edad: le llevaba seis años. Lo segundo: estaba
divorciada con un hijo pequeño y por ultimo, Alfredo estaba estudiando su
carrera, era un hombre soltero y nunca se había casado.
Definitivamente su relación estaba destinada al fracaso. Aunque…
no dejaba de pensar en él.
Se daba cuenta de que Alfredo había madurado a temprana
edad y no era como los demás muchachos. Reconocía que sus intereses con relación
al grupo eran diferentes y eso en parte, le hacía no eliminar del todo sus
esperanzas.
Quizás este razonamiento influyo’ para que finalizando el
tratamiento, aceptara aquella única vez
su invitación a cenar, diciéndose que iba a aprovechar la ocasión para
despedirse y no volver a verle.
En tanto Alfredo, se había dado cuenta de la insistencia
con que la muchacha le miraba. Y lo aceptó con la rara sensación de que él había
visto ese rostro antes.
Le vió a los quince días en la sala de fisioterapia y recordó
su sonrisa. No le costó trabajo acercarse, ni charlar con ella, ni comentarle
acerca de su llegada al cuerpo de
guardia.
No le sorprendió
que al otro día el quisiera coincidir a la misma hora de su terapia .Mientras hacía
cumplir el tratamiento pudo acercarse a ella. Al mes logró romper su frialdad y
ganar algo de confianza. A los dos meses ya eran amigos y sabía lo más
importante acerca de su vida. A los tres meses Alfredo se había enamorado.
Tal vez influyeron las negativas. Tatiana resultaba
diferente además, sus intereses coincidian y los conceptos fueron similares. O
tal vez… la vida misma. Ambos habían
aceptado sus condiciones: altas y bajas, muchos problemas y pocas
satisfacciones.
El entendía donde estaban sus temores.
Él quería
demostrarse que no era como su padre.
Él quería… que Tatiana le amara. Y su confianza había
adquirido otras dimensiones cuando la joven acepto’ su invitación a cenar.
10
Se reunieron quince minutos después de la hora acordada.
Tatiana llego’ tarde a la cita y Alfredo pensó con desaliento que al final no
iba a asistir. Aceptó sus disculpas incrédulo,
le parecía imposible que estuviera allí
pero sobre todas las cosas, no podía creer que aquella mujer y la
paciente fueran la misma persona.
De entrada, con tacones era casi de su tamaño. Pero lo
que le dejo casi sin habla fue su
figura, perfectamente delineada debajo de la tela del vestido. Acostumbrado a
la ropa deportiva con la que Tatiana iba
a la terapia no podía imaginar que detrás de los pulóveres y pantalones anchos
que usaba escondiera unas curvas tan sensuales. Definitivamente… le encantaba además,
su corazón y el gusto que le daba tenerla a su lado le estaban diciendo que sus
sentimientos no le engañaban.
Mientras que la mujer se estaba esforzando por apartar la
mirada de aquel hombre rabiosamente atractivo. En uniforme de estudiante de
medicina ya le parecía sexy. En ropa de calle…tragó en seco. Si alguna duda
albergaba, la cita fue la gota que
derramo su copa.
La llevo a cenar al centro, a uno de los paladares mas
lujosos del que ni en sueños Tatiana pensaba visitar por el momento .La iluminación
provenía de lámparas que resplandecía a media luz. Decorado de manera sencilla
pero con gusto, sus clientes eran personas asiduas al restaurant. Había pocas
mesas dentro y en menor cantidad las del patio .El local aunque pequeño
resultaba acogedor. La pareja pidió una mesa en el exterior.
_ Ojalá y no llueva - bromeo Alfredo en cuanto se
sentaron.
Ella sonrió y el efecto fue letal .El hombre clavó en los labios femeninos sus ojos oscuros con
un brillo definido nada difícil de interpretar .La joven pensó que tal vez pudo
disimular mejor la ola de calor que le hizo estremecer.
Resoplo’ para no dejarse llevar y se concentró en la elección
del Menú, pero reconocía que estaba muy nerviosa .Dio gracias en su interior al
mesero cuando le vio se acercarse.
Mientras Alfredo hacia el pedido, Tatiana intentó dominarse.
Quería ser sincera consigo misma, pero no estaba segura de lograrlo. Se acordó
de los motivos que la habían hecho aceptar la invitación y del efecto, regresó
a la realidad. Sin embargo, notaba la mirada masculina sobre si y el rubor volvió
a abrumarla. Prefirió el lenguaje hablado a la seductora forma con la que
Alfredo había decidido comunicarse.
Hablaron de algunas cosas mientras llegaban con la bebida.
Alfredo sirvió’ las copas .Tatiana sintió un nudo en la garganta cuando
brindaron y eso, que aún faltaba lo mejor.
Cuando trajeron la comida, se había relajado. En medio de
la cena se acercaron los cantantes y el trio canto’ lo que Alfredo quería
que escuchara. Se le llenaron los ojos
de lágrimas; ella había olvidado lo que
era una cita, se había olvidado de casi todo lo que era placentero porque vivía
un mundo demasiado real, había olvidado lo que era… la intensa mirada de un
hombre cargada de intenciones. Intenciones a las que no podía ceder aun
queriendo. Pero tampoco podía evitar el cosquilleo, no podía evitar su deseo de
que las cosas continuaran y sentía pena de que solo quedara el recuerdo de
aquella noche… una noche en la que si quería, podía por única vez dejarse llevar.
Sí. Seriamente, lo iba a pensar.
Claro, si las emociones la dejaban pensar...
Hacia tanto que anhelaba la presencia de alegres
sentimientos.Volvió a fijarse en sus ojos. Estaban tan absortos en ella que no
supo hacer otra cosa que sonreír.
_ ¿Por qué sonríes?
_ Por nada.
Alargó la mano y tomó sus dedos. La muchacha hizo gesto
de retirarlos pero el aumentó la presión. La retó con la mirada. Ella aceptó el
reto. Los músicos terminaron y respetando su privacidad caminaron hacia otra
mesa.
_ Tatiana… - su voz sonó melosa.
_ No lo digas. - empezó a decir quedo.
_ Entonces ya sabes, ¿verdad?
_ Si. Todo acerca de engañarse uno mismo.
_ El peor engaño es intentar negarse al amor.
_ ¿Amor? No me has mirado, Alfredo. Soy… bastante mayor.
_ Te miré… desde que hace Tatiana. Y no de la manera que
te muestras.
_ ¿Ah sí? ¿Y qué viste?
El le acarició la mano que ahora si apartó y su silencio
fue mas explicito que cualquier palabra.
_ No lo entiendo - dijo trasmitiendo malestar.
_ No puedo corresponder. Lo siento.
_ ¿Pero me amas? - replico’ triste - Porque yo sé que al
menos te gusto.
_ ¿Que’ importancia tiene Alfredo?
_ Que entonces… eres una cobarde.
_ Ja’ - parecía enfadada - Suena a chantaje.
_ Llámalo como quieras. Estoy luchando por tenerte.
_ No te das cuenta -replicó con desespero - que soy para
ti, un problema?
_ Déjame a mí, decidirlo.
Quiso expresarse naturalmente, pero no le resultaba fácil.
La voz de la joven acariciaba sus oídos pero cada palabra le provocaba dolor
aunque sus labios, eran un imán para su mirada oscura. Se acercó con una clara
intension.Tatiana no se apartó y le susurró sin mucha determinación.
_ Alfredo no…
Le rozó la mejilla con la punta de los dedos. Sentía
arder el cuerpo masculino y quiso alejarse pero no pudo; ya no tenia fuerza ni voluntad para hacerlo.
Sabia desde unas horas que seria inevitable aunque iba en contra de su objetivo
y de todo lo que se había propuesto, pero a esas alturas ya no le importaba.
Iba a besarla y ella estaba deseando que
lo hiciera.
Cuando los labios se encontraron se sintió abrumada y
quedo’ sorprendida de su respuesta. Ciertamente besaba de maravillas, se lo
dijo su sensualidad y fue más allá de lo que se propuso al despertar su deseo,
normalmente de vacaciones. ¿ Cuanto duro’? Lo suficiente para querer repetirlo.
Una, otra y cada vez de manera mas intensa.
Alfredo se estremecía
ardiendo por la pasión regida de contenciones. Estaban solos en la terraza sin
embargo, la mutua entrega tenía sus límites.
Regresoó a la realidad cuando apagaron las luces.
_ Es tarde – dijo ella mirándole desde su altura en el calor del
abrazo.
_ Si…- susurró sobre sus labios, intentando controlar la erección
de su sexo - ¿Quieres irte?
Lo que no pasó después, fue lo que le hizo a ella
considerar la posibilidad de que tal vez con Alfredo las cosas serían diferentes.
Recorrieron de mano el camino a casa.
Decidió para la mujer, una segunda oportunidad y se
alegraba infinitamente de que esta vez, no se hubiera equivocado. Si a pesar
del casi año y medio de relaciones por casualidad la sombra de la duda nublaba
su presente, Alfredo le devolvía la confianza al demostrarle día a día, la profundidad de su amor.
11
_ Hasta mañana cariño.
Se despedían siempre de la misma manera aunque el hecho
como tal les afligía porque no tenían la
menor idea de cuando volverían a verse. Algunas veces por la variedad de los
horarios de Alfredo, otras porque a Tatiana le resultaba incomodo cuando
llegaba el momento de vestir al niño.
Era inconfundible
el rictus que se dibujaba en el rostro de Clara
aunque ya no decía una palabra. Tampoco
hacía falta. Había determinado que Julián no se quedaría con ella si la causa de la salida tenía que
ver con Alfredo. Tatiana acepto’ en silencio y no hizo comentarios pero el plan
funciono’ en otro sentido.
Entre el niño y el joven crecía una reciproca simpatía
que la muchacha no pasaba por alto. Aunque mucho le satisfacía, no podía evitar
que algunas veces sus antiguos temores regresaran. Sin embargo, algo le decía
que podía quedarse tranquila y enfocar sus preocupaciones en la dirección donde
realmente estaban los problemas: la incomprensión de sus familiares.
Para ese entonces
los primeros síntomas afloraban y la presión ejercida comenzaba a tejer su
peligrosa red .Nadie parecía darse cuenta del daño y a nadie parecía importarle
los sentimientos de la pareja.
¿Quién intentó
acercarse a ellos? ¿Quién se detuvo a escucharlos? ¿Alguien le dio la
oportunidad de mostrarse tal y como eran? Tampoco se tuvo en cuenta el sentido imperceptible
que vive en la naturaleza del ser humano: su
primitivo instinto de supervivencia.
El raciocinio busco’ soluciones y la vida le abrió las
puertas de las posibilidades.
_ Entonces… - se decía Alfredo de regreso a su casa - ¿Quien
dijo que el mundo está capacitado para juzgar?
Habían pasado dos semanas desde que le sugirió a Tatiana la idea del matrimonio.
No le frustraba su negativa, conocía su forma de pensar y en el fondo sabía que
tenía razón, pero la situación lo estaba exasperando porque no veía donde
estaba la salida. Al principio en el tiempo centro’ sus esperanzas, pero la relación
con su padre iba de mal a peor. Con la muerte de su madre aprendió que el
pesimismo te lleva a tener una visión negativa de las cosas y esto no trae ningún
beneficio a la salud mental.
Había vivido una infancia
tormentosa y las cicatrices afligidas eran demasiado dolorosas.
Después del trágico suceso, su vida cambio’ cuando
Tatiana entró a formar parte de ella. Con toda seguridad no iba a permitir dos
cosas: una, que las incomprensiones destruyeran el único foco de felicidad que prendía
con la presencia femenina y dos: que viejos conceptos arruinaran lo único
bonito que le había sucedido en mucho tiempo.
Llegó a la verja de la entrada y escuchó exactamente los
mismos chirridos. Hizo como autómata lo
de siempre y subió las escaleras ya no tan relucientes. Aun sin abrir la puerta
sentía el olor a comida esparcido por los alrededores. Imagino’ a su padre en
la cocina bailando al ritmo de las cacerolas y no pudo evitar la similitud de
un triste recuerdo.
Estaba pasando por un
mal momento sin lugar a dudas y lo peor era que su estado depresivo le hacía
gritar su desesperación a los cuatro vientos.
_ Enseguida está
la comida.
Expresó a modo de saludo su padre cuando le vio entrar. Tenia
la cabeza salida de la puerta de la cocina .Un delantal viejo amarrado a la
cintura le parapetaba del churre y en la mano sostenía la paleta de freír.
_ No tengo mucha hambre.
Le oyó decir con desgano mientras dejaba caer las llaves
sobre la mesa. Su expresión era la misma desde hacia meses
y el ya no sabía qué hacer. Estaba convencido de que la situación se le
estaba yendo de las manos y la impotencia que sentía para manejarla se le hacia
palpable.
_ ¿Todo bien?
_ Si. ¿Quieres que te ayude?
_ No, ya estoy terminando. Luego te llamo.
Asintió con un gesto y se dirigió a su recamara. Tras
cerrar la puerta se quito’ el pullover. Resaltaba por encima de la camiseta su
fortaleza física consecuencia resultante de los diarios ejercicios. Colgó la
prenda en una percha y dirigió sus pasos hasta el escritorio. Se detuvo al
frente del cuadro y beso la imagen traslucida del cristal.
_ Te voy a presentar
oficialmente a mi novia mamá…
Sacó la cartera del bolsillo del pantalón y extrajo de
ella la foto. Tatiana sostenía entre sus brazos a Julián que recargado a ella parecía
regalarle su mejor sonrisa.
_… y a su precioso hijo - concluyó- Nos la tomó hoy un fotógrafo
ambulante, así que la calidad no es la mejor .Pero… - la coloca por fuera entre
el marco y el cristal - se les ve muy bien.
Da unos pasos en retroceso valorando el efecto. Luego se
deja caer sobre la cama recostando la espalda en la pared. Acomoda la almohada
para sentirse mejor y desde la posición adoptada extiende el brazo hasta
alcanzar el libro que mas cerca le queda
de su mesa de estudio. Abre donde le tiene marcado y comienza a leer. Minutos después,
siente sobre la puerta los toques . Omar abre la puerta deteniéndose en el
umbral.
_ Ven, la comida esta ser… - mira hacia el escritorio y
queda estupefacto - ¿Qué hace esa foto ahí? - pregunta incrédulo.
_Fue el sitio que le destine’- responde sin comprender de
momento la reacción paterna.
Omar se adentra en la habitacion y con un gesto de ira
toma entre sus dedos el recorte de cartón con la imagen impresa. Alfredo en
tanto se ha incorporado, aun sin entender.
_ ¿Qué haces…?
_ ¿Qué hago? ¡Esto…!
Atónito, la impresión de lo inesperado hace que su cuerpo
se inmovilice. Cuando intenta lo imposible, similares a serpentina los muchos
pedazos caen al suelo. Sin darse cuenta se había levantado con un salto de la
cama, diez segundos tarde.
_ Como… como te atreves… - murmura ciego por la rabia
_ Aquí se vive bajo mis reglas… ¡o no se vive !
_ ¡Este es mi espacio! ¡Respeta mi privacidad!
_ ¡Tú privacidad al carajo!
Palideció. Una furia desconocida comenzaba a emerger
desde su interior. El corazón latía a toda velocidad y el aire apenas llegaba a
sus pulmones. Delante de sus ojos, el hombre parado al frente se había
convertido en un extraño de ojos fríos y tono amenazante. Le pareció increíblemente
cruel. Su padre parecía ignorar la más mínima regla de convivencia y en el
silencio que siguió comenzó a dolerle el alma.
_ Voy a casarme con ella.
La frase lo golpeo como una bofetada.
_ Si lo haces...
_ No te estoy pidiendo permiso.
_… aquí no vas a vivir.
Seguía sin tener idea de cuánto le había herido.
_ ¿Crees que lo haría…papá?
Era más de lo que podía soportar en aquel momento. Quito’
despacio el pullover de la percha y camino’ por el apartamento como perdido en él.
Abrumado, tomo las llaves y se enfocó en la puerta por donde salió instante
seguido.
Inhaló con fuerza
la fría corriente de aire. Metió las manos en los bolsillos del pantalón
y movió con prisa los pies sintiendo la necesidad de alejarse a toda prisa de allí. Ni se acordó de la bicicleta.
Sabía que a los cincuenta y seis años nadie puede cambiar
y no ganaba nada perdiendo los estribos; pero ya no se trataba de cosas triviales.
Esta vez su padre fue más allá de lo que
se podía permitir. ¿Acaso no sabía dónde estaban los límites? El hijo llegaba
hasta el punto donde comenzaba a respetarse al hombre.
Le retumbaba en los oídos las últimas palabras. Se sentía
furioso y a la vez frustrado. Era evidente que su hijo no entendía sus preocupaciones.
Miro’ los restos del papel rasgado y la duda cosquillaba en la consciencia. ¿Mercedes habría permitido lo
que hizo? Pero Mercedes ya no estaba para juzgarle y un nudo comenzó a formarse
en su garganta.
Salió al balcón y encendió un puro. El humo del tabaco le
relajo’.Miro’ el reloj. No era muy tarde pero tampoco era la hora ideal para
salir de casa y no tener adonde pasar la noche. El conocía su carácter…entonces
cayo’ en la cuenta de que no sabia nada acerca de sus amigos, como se llamaban
ni donde vivían.
La brisa despeinó los cabellos plateados. Suspiro hondo y
se dio la vuelta. Estaba claro que esa noche
iba a ser desafortunadamente muy larga.
12
_ Muchacho que te pasa?
_ Tengo acalambrada las piernas.
_ Echemos una caminadita…
Las ramas de los arboles moviese al unísono con esmero. Daba
la impresión de que se habían puesto de acuerdo para hacer mas cruda la
realidad de aquel par de cederistas que completaban durante la madrugada su
ronda de guardia.
Era una noche donde la gente prefería quedarse en casa. Ni
un alma rondaba las calles heladas. Los hombres conversaban para evitar entre
ellos el impacto directo del silencio.
_ Todo está bastante tranquilo.
_ Por lo general este barrio siempre ha sido así.
_Schhhh …
El mas joven sujeta a su compañero por la manga del
abrigo obligándole a detenerse.
_ ¿Oíste eso?
_ ¿Qué cosa? - susurra confidencialmente.
_ No estoy seguro…
Prestan atencion.Al no escuchar nada, van a iniciar el
recorrido pero un crujido de metal en la casa del frente los paraliza
nuevamente.
_ ¡Ahora sí! –Señala el joven ubicando con exactitud el
lugar- ¡Mira…!
El interior de la sala se ilumina casi en desafío.
_ Es la casa de Manuel - dice el mas viejo de los
hombres.
_ A lo mejor es el…
Comenta el primero acercándose con cautela, mientras la
sombra de una silueta se mueve sospechosamente detrás de las cortinas.
_… va y se levantó
para ir a trabajar.
_ Manuel no está .Su turno empezó a las ocho... hoy paso’
por la casa antes de irse y mi mujer le dió café.
El ruido se hizo evidente y el cederista con expresión
ansiosa le indico’ al joven.
_ Corre, ve al sector y avisa…
_ Pero… - había indecisión en su voz.
_ ¡No pierdas más tiempo- le indico’- Yo me quedo
vigilando!
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